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«Existe una trágica leyenda, muy trágica, de una joven que se ahogó en esta fosa 
hace quinientos años; ahora, quien quiera que cae en esa fosa, 
¡toma el cuerpo de esa joven!»
Guía de Jusenkyo
«Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. 
Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles: 
Tomen y coman; esto es mi cuerpo». 
Mateo 26:26
 

1. Introducción, el cuerpo como discurso sacramental

 
El cuerpo es un mapa cosmológico a una escala cognitivamente discernible. La corporalidad es una consciencia-de-sí que realiza un sujeto sobre su propia existencia y mediante la cual crea una consciencia del mundo socio-espacial en el que vive. En su famoso tratado antropológico «Pureza y peligro» y más aun en «Símbolos naturales», Mary Douglas establece el axioma de que el cuerpo es una forma lógica de la estructura social.
Por una parte, las secciones, procesos y productos del cuerpo que son considerados puros o impuros están relacionados al sistema clasificatorio de determinada sociedad. De este modo, la saliva que usó Jesús para sanar al ciego, escupiendo en la tierra y colocando el lodo en sus ojos, tuvo un carácter sagrado y terapéutico en beneficio de la salud del sujeto, lo mismo que la «salivita» con la cual mamá cura de un raspón a su hijo. Pero la saliva que sale de un estornudo y cae grácilmente en la cara de quien va frente a nosotros en el transporte público, es sucia y genera repulsión.
¿Por qué una es pura y otra impura?, sigue siendo saliva después de todo. La razón se encuentra en las reglas sociales que permiten que la saliva de Jesús o de mamá, productos, excrecencias de sus cuerpos, sean familiares, seguras y «sanadoras» debido a que proceden de un sujeto social con autoridad y cercanía. La saliva de alguien que escupe en el transporte público es ajena, extraña, sin autoridad y, por tanto, peligrosa.
De este modo el cuerpo, en su uso y relación, evidencia los lugares sociales, ideas culturales y prácticas humanas de un grupo, así como los márgenes de lo extraño y peligroso. Tal es el esmero de Douglas en «Pureza y peligro». Unos años después, esta antropóloga de origen católico y, sin duda, una friki de la Biblia, presenta en «Símbolos naturales», un «mapa cultural» en cuatro cuadrantes en donde la relación entre la cuadrícula o diferenciación de posicionamiento y roles sociales y el grupo o cohesión al interior. De ahí se deriva cuatro posibles modelos: Fatalistas/Aislados, Colectivistas/Jerárquicos, Inividualistas y el Enclave Igualitario. Dependiendo del lugar que se ocupe en el mapa cultural es la relación del cuerpo de una persona consigo misma y en relación a su uso social del cuerpo. Así, los cuerpos Igualitaristas de sectas religiosas o ideológicas, tienen una gran cantidad de tabúes, en tanto que los Fatalistas, tienen mayor libertades pues su aislamiento típico les lleva, como Dionisio y su lámpara, a no guardar las normas sociales dominantes.
Fuente: Mapa cultural, Mary Douglas, «Estilos de pensar»
De este modo, el cuerpo, más allá de ser un componente biológico estable o regulado por leyes naturales controlables, resulta un discurso salvaje, de alta capacidad de transformación debido a la variablidad histórica y social. Pero, a diferencia de Foucault o Judit Butler, Mary Douglas no reduce el cuerpo a discurso, pues ha establecido las reglas sociales que trascienden la voluntariedad del sujeto. No obstante, el modelo de Douglas sí permite ver la forma en la que el cuerpo discursa dentro de los entramados socioculturales, bajo las reglas de dominio y los márgenes de lo inclasificable.
El cuerpo, por tanto, es un locus sacramental, siguiendo la lógica de la teología reformada según la cual un sacramento «es la señal externa de una realidad interna», o dicho de otro modo: un sacramento es la forma en la cual un cuerpo discursa pública y teológicamente sobre una transformación social mediante «significados implícitos». El cuerpo sacramental de quien come la carne de Cristo y bebe su sangre, se ve transformado, durante el acto eucarístico, en el mismo Cristo pues acata la «ordenanza» de la figura legendaria que ingiere, cumple su voluntad, actualiza el cuerpo de Cristo trasladándolo de ese aposento alto en Palestina del siglo I, hacia el hombre, mujer o niño que, en una colonia popular de la ciudad de México, se convierte, en sí mismo/a, en un «anunció de la muerte del Señor».
El Verbo de Dios se hizo cuerpo, y en el sacramento eucarístico, el cuerpo del creyente reitera el Verbo divino. Y esto es válido se sustente la transubstanciación, la cosubstanciación o se considere un acto meramente simbólico.
2. Ranma y la eucaristía queer 

Ranma 1/2 es un manga de la autora Rumiko Takahashi, apareció en 1987 en la revista Weekly Shonen Sunday y se pubicó hasta 1996. Por su parte el anime inicó en 1989, ¡y no-terminó en 1992! Rumiko Sama suele dejarnos con sus obras pendientes, con un final demasiado abierto. Yo soy de los que han firmado en el Proyecto Rumic World Latino para que retome Ranma 1/2 en anime y ¡nos de un final!. Mi adolescencia no terminará mientras no vea el final de Ranma 1/2.
El manga sí tuvo un final. ¡Y juro por todos los panes al vapor del mundo que tuve el manga del final en mis manos! Allá por 1999, lo encontré por el metro Balderas. Pero en esa época era muy susceptible de los prejuicios absurdos de mi iglesia pentecostal, ¡y en un momento de alto nivel espiritual, lo tiré a la basura porque era del diablo!… es de esas cosas de las que uno no se repone.
Ranma 1/2 es la historia de un adolescente de 16 años llamado Ranma Saotome, que, entrenando con su padre en China, artes marciales, en específico, el kempo, llegan a un lugar maldito llamado Jusenkyo. Este lugar se caracteriza por tener diversos estanques o marismas. Cada estanque tiene una trágica leyenda, pues en cada uno de ellos hubo un animal que se ahogó, y al menos en lo que se menciona en la serie, solo en uno se ahogó un ser humano: una linda y joven pelirroja.
La maldición de Jusenkyo reside en que si uno cae en alguna de los estanques, ¡adopta el cuerpo del ser que se ahogó ahí! Pero es una transformación intermitente, pues la persona maldita solo adquirirá la transformación del ser muerto cuando es mojado con agua fría, puede recuperar su forma normal si es mojado con agua caliente («caliente, no hirviendo», nos recuerda encarecidamente Ranma).
Sin saber – o no haber querido escuchar a su Guía – Ranma y su padre Genma Satotome, pelean sobre juncos encima de las fosas. En un descuido Genma cae en una de las fosas, dónde muy mal, trágicamente se ahogó hace 2000 años un panda. Ranma se ve conmocionado al ver salir a un panda gigante de la fosa donde su padre cayó. Es tal el estupor que no puede reaccionar al siguiente ataque y cae en otro estanque. Entra niño, sale niña, entra con pectorales, sale con bubis.
El padre de Ranma ha compometido a su hijo con alguna de las hijas de su mejor amigo Soun Tendo, poseedor de un dojo, al que llegan dos semanas después del incidente de Jusenkyo. Tras enredos y complicaciones comprensibles por la simpática maldición, se acuerda que Ranma se casará con la hija menor de los tendo, Akane, porque son de la misma edad y porque Akane está en la fase de «odio a los hombres», y bueno, es excelente, porque «él es mitad niña» (vol 1, cap 2, pág 52).
Capítulo 1 «De china llega un extraño» (Aquí llega Ranma)
Como menciona Susan J. Napier en su destacable trabajo «Anime from Akira to Princess Monoke», en Ranma 1/2 la genitalidad es pasada por alto y las transformaciones sexuales de Ranma se evidencian por los senos, añade Napier que la aparición de senos es causa de perturbaciones, horror y vergüenza. Al menos en los inicios de la serie. Aunque en su capítulo » Akira and Ranma 1/2: The Monstruos Adolescents» rescata el capítulo en el que Ranma hombre (desde ahora Ranma Kun) se comporta como si tuviera el cuerpo de Ranma mujer (desde ahora Ranma Chan) y va a la tienda de ropa y se prueba un sostén preguntando si se ve lindo, lo sigue presentando como una especie de monstruosidad ante la percepción de quienes lo ven.
Napier, Susan J., Anime from Akira to Princess Mononoke: Expericing 
Contemporary Japanese Animation, Palgrave Mac Millan, 2001 
(existe versión 2005 que tiene una actualización hasta «El castillo vagabundo» de Miyazaki)
Lo que Napier no logra ver es que conforme la serie avanza, Ranma va teniendo una gradual reconciliación con su transformación femenina. De hecho, en uno de los primeros capítulos aparece muy contento/a transformado en chica y obteniendo dádivas de los vendedores de comida. Pese a su rechazo inicial a usar «ropa de mujer», con el paso del tiempo Ranma se va sintiendo cada vez más cómodo usando ropa de niña y aprendiendo del pudor y normatización que pende sobre los cuerpos de las mujeres. Desde la teoría queer se rescata lo monstruoso como la evidencia de lo anómalo, de los márgenes (lo que ya señalaba Mary Douglas desde «Pureza y Peligro»), discursos transgresores. Como la misma Napier señala en su ensayo, es que, a diferencia de lo que ocurre en Akira, en Ranma sus transformaciones no son en un espacio se surrealismo punk, sino, salvo en OVA’s y algunos capítulos, en escenarios de la cotidianidad: la casa, la escuela, la calle. Puede decirse, que Ranma vive una adolescencia «normal» (normalizada) pese a su pequeño problemita de convertirse en chica cada vez que se moja con agua fría.
Episodio en el que, por un golpe en la cabeza, Ranma asume solo la identidad femenina
Ranma no es el único personaje en sufrir transformaciones, pues hay otros personajes que se convierten en animales tras haber participado del acto sacramental de caer en un estanque de Jusenkyo. Por economía de espacio no me detendré, salvo caso necesario, en más personajes ni argumentos de la trama a fin de poder señalar lo que me interesa: Participar en la Eucaristía es como caer en un estanque de Jusenkyo. En futuras entradas del blog seguiré con más de Ranma.
Dice la Confesión de fe de Westminster Capítulo 27, II.

Hay en cada sacramento una relación espiritual o unión sacramental entre la señal y la cosa significada; de donde llega a suceder que los nombres y efectos del uno se atribuyen al otro. 

He discutido si esta concepción de sacramento es una mera metonimia o si apela mas al carácter simbólico en el ensayo «Liturgias de equidad», al que remito si se desea profundizar en ese aspecto. De momento señalo que  la «unión sacramental» entre Ranma Kun y Ranma Chan en la que ambos se confunden al grado que «los nombres y efectos del uno se atribuyen a (la) otr(a)», es exactamente lo que le ocurre a quien recibe/ejerce el sacramento. La experiencia queer del sacramento se manifiesta en el momento en que, mediante él, el participante, performa en su cuerpo el mismo cuerpo de Cristo, con los efectos salvíficos y edificantes que supone. Aquí, las mujeres se ven transformadas en un cuerpo masculino, pero el mismo cuerpo masculino también se transforma en otro cuerpo, el de un Cristo, que no es su cuerpo propio. El sacramento evoca la experiencia de la ajenidad en la propia corporalidad.
Los protestantes reconocen solo dos sacramentos y, por el momento, solo me remitiré a ellos. En el Bautizo se participa de la Muerte y Resurrección del cuerpo de Jesús, y en la Cena del Señor se ingiere su carne y su sangre. Hay diversos recursos ortodoxos que traicionan este simbolismo señalando que no es algo real, sino solo «espiritual» (como si lo espiritual fuera mera imaginación sin efectos), que solo es señal de Cristo pero no que uno se transforme en Cristo. Estos y otros recursos apologéticos no pueden ocultar el hecho de que en los sacramentos el Cuerpo de Cristo se actualiza en el del creyente.
Esto lo destacó Rubem Alves quien comparó la Cena del Señor con el acto antropofágico del guerrero que derrota al enemigo y bebe su sangre para obtener su poder. Por su parte Marcela Althaus-Reed ha deconstruido los sacramentos para mostrar la ambigüedad existencial y de género que implican, sobre de ello también discute Andy Buechel.
Equal Romance, DOCO
Caer en un estanque de Jusenkyo es participar, mediante mi cuerpo, de la Resurreccion del ser ahí ahogado; recibir/ejercer un sacramento es participar mediante mi cuerpo, de la Resurrección de Cristo crucificado.
Ambos actos son queer: extraños, ambigüos, con cierta monstruosidad si entendemos la monstruosidad como una forma de llegar a los márgenes del cuerpo y la estructura social para perfomar en nosotros mismo una nueva realidad que transgrede los cánones de los géneros, de la historia y la existencia.
Mientras que caer en un estanque de Jusenkyo se considera una maldición, los sacramentos son  parte de los «medios de gracia», pero en ambos casos el resultado es una existencia transformada no solo de forma mental o subjetiva, sino un cambio que opera hacia el exterior, y como también dice Westminster, son «señales y sellos santos… para representar a Cristo». Las versiones reducidas del sacramento del protestantismo misionero o evangelicalismo evaden que el sacramento pueda ser algo más que una mera conmemoración, niegan la eficacia del mismo para transformar la realidad objetiva, pues, se teme que se confunda con magia. Algo muy raro, ya que la oración, el uso de la Biblia y la evangelización son actos plenamente mágicos, el Evangelio es mágico (y no en el sentido intelectualista de Frazer donde magia es estupidez; magia en el sentido de la capacidad de cambiar el mundo).
Los pentecostales, por otra parte, han intuido el carácter objetivo de los sacramentos, que como se ha visto, está consignado en la Confesión de fe de Westminster y, en general, en los inicios de las diversas tradiciones protestantes. Los pentecostales consideran que la Cena del Señor o el Bautizo pueden llegar a tener efectos sanadores. También que «comer y beber indignamente» puede acarrear juicio, accidentes, enfermedades, desgracia ¡y, claro en esto último sí están de acuerdo los otros protestantes! Y es que en esa forma negativa, los Sacramentos se vuelven en fructíferas instancias de manipulación.
3. Ranma Kun y Ranma Chan: Volviendo a los fundamentos de la Creación 
Por último deseo señalar la implicación creacional que tiene el sacramento queer de las transformaciones de Ranma. El sentido de los Sacramentos es recuperar la creación original de Dios. Así nos dicen los liturgistas, participar en el Sacramento es crear una cosmología temporal durante la cual el Reino de Dios, o siguiendo a Vicente Leñero, «la Causa de Dios», se ve representada en los símbolos, iconos, gestos, palabras, líquidos y alimentos presentes. El vínculo orgánico entre cuerpo y estructura social detectado por Mary Douglas también nos permite decir que la cosmología litúrgica se ve performada en los cuerpos de los particpantes. Durante el sacramento dejo de ser quien era y me transformo en un ser liminal que «representa a Cristo». El antropólogo Victor Turner, entiende estas representaciones rituales no desde el sentido de representar como un significar, sino como un ejecutar, cual actor en un escenario teatral.
(Importante: Se lee de derecha a izquierda) 
– Ya son la pareja perfecta
– ¡Él es una pareja en sí mismo!
En el sacramento mi cuerpo representa, ejecuta, se transforma en Cristo, del mismo modo que, al ser mojado con agua fría, Ranma Kun ejecuta la representación de una chica transformándose en una joven que hace quinientos años se ahogó en un estanque. El sacramento es volver a los orígenes, traer el pasado, reinventarlo, actualizarlo y, al mismo tiempo, llevar al presente hacia ese pasado, hacia el momento fundacional. El objetivo de los Sacramentos es lograr que recuperemos los fundamentos de la Creación buena de Dios.
Así nos informa Moises Mayordomo Marin sobre un Midrash que recupera el carácter andrógino/hermafrodita de Dios como retorno a las bases.

El mito de un andrógino primitivo se encuentra en círculos helenísticos y es ampliamente compartido en las principales interpretaciones judías del relato de la creación. Así, en el Midrash palestino del Génesis Rabbah se lee:

«Y dijo Dios: hagamos un humano etc … R. Yermia hijo de Eleazar ha interpretado: Cuando la Santidad ( Sé que Santísimo ) creó el primer ser humano, Él creó lo andrógino, pues dice: Varón y hembra los creó. R. Samuel hijo de Nahman dijo: Cuando la Santidad ( Sé que Santísimo ) creó el primer ser humano, Él hizo dos caras, entonces Él cortó e hizo una copia de éste y una parte posterior para cada uno.»

Ranma Kun y Ranma Chan son la imagen y semejanza de Dios. Así como en el principio el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas, así el agua sigue teniendo ese influjo creador/transformador y logra que un hombre se vuelva mujer por un tiempo. El tiempo, siempre intermitente, durante el cual Ranma se encuentra convertido en chica es un tiempo sacramental que pone en suspenso las leyes ordinarias del mundo y nos revela otras posiblidades de existencia, revelando las ambigüedades y márgenes de la estructura social, desplazándonos sobre la delgada línea de lo impuro y lo santo.
Dice Napier: «La relación entre cuerpo, imagen y deseo es primordial en las relaciones de Ranma con el mundo exterior. Sus transformación públicas aseguran su objetivación en una variedad de formas» (pag. 60). Cristo sacramental se actualiza en tal variedad: como el deseado, el imponente, quien aterroriza y quien también encanta. El mysterium tremendum et fascinans, monstruoso no por mera anomalía, sino por el imponente poder que, para cambiar la realidad, posee.
Cuando Jesús hubo derramado toda su sangre, su costado fue traspasado, y de él emanó agua. Agua que remite al abismo primigenio, al momento de la creación. Al final de su muerte, Cristo emanó agua, pues de agua estaba lleno. El agua la transformó en vino, caminó sobre el agua, hizo enmudecer a los mares y con agua lavó los pies de sus discípulos. Jesús, como representante de los poderes de la Creación original, estaba lleno de agua, y al final su cuerpo expulsó hasta la última gota de ella.
Cristo no murió desangrado, por falta de sangre, Cristo murió lleno del poder de Dios, desbordado por esa agua prístina de la Creación. Como si se tratase de un estanque de Jusenkyo: hace dos mil años, en la cruz un Cristo murió ahogado, y ahora todo aquel que participa de sus Sacramentos, toma el cuerpo de Cristo.
Referencias bibliográficas 
– ALTHAUSS- REID, Marcela, Teología Indecente: Perversiones Teológicas En Sexo, Género Y Política, Bellaterra, 2005.
– BUECHEL Andy, That we Might Become God. The Queerness of Creedal Christianithy, Cascade Books, 2015.
– CERVANTES-ORTIZ, Series de sueños. La teología ludo-erótico-poética de Rubem Alves,Centro Basilea de Investigación y Apoyo, México, 2003
– DOUGLAS, Mary, «Pureza y Peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación y tabú, Barcelona, Siglo XXI, 1991.
Símbolos Naturales. Exploraciones en cosmología, Madrid, Alianza Editorial, 1978.
Estilos de Pensar, Gedisa, Barcelona, 1996.
– DIAZ CRUZ, Rodrigo, Lugares De Lo Político, Los Desplazamientos Del Símbolo, Los. Poder Y Simbolismo En La Obra De Victor W. Turner, Gedisa, Barcelona, 2014
– LEÑERO, Vicente, Parábolas. El arte narrativo de Jesús de Nazaret, Joaquín Mortiz, México, 2009.
– MAYORDMO MARIN, Moisés, Construction of Masculinity in Antiquity and Early Christianity, Lectio Difficilior, 2/2006. Disponible en http://www.lectio.unibe.ch/06_2/marin_construction.htm
– NAPIER, Susan J., Anime from Akira to Princess Mononoke: Expericing Contemporary Japanese Animation, Palgrave Mac Millan, 2001
– TAKAHASHI, Rumiko, Ranma 1/2, Vol. 1-2, Viz Media, 2014,
[Artículo extraído con permiso del autor del bolg: http://frikiteologia.blogspot.cl ]

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