La aprobación del proyecto de ley de despenalización del aborto en 3 causales, por parte de la cámara de diputados en Chile, ha tenido gran reacción en la sociedad. Es una discusión que lleva años, con gran oposición de parte de casi la totalidad de las iglesias cristianas.
Cabe destacar que cuando me refiero a «la Iglesia», me refiero generalmente a la comunión de todos los cristianos, independiente de su denominación.
Volviendo al tema específico del aborto, invito a leer el siguiente documento (del cual, lamentablemente, nunca salió la última versión) preparado por la pastora luterana Ute Seibert: Consideraciones teológicas sobre al aborto; así como la carta que nos hiciera llegar la conferencia pastoral conjunta de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile (IELCH) y la Iglesia Luterana en Chile (ILCH): Con fuerte voz clamo al Señor.
Destaco, sobre todo, que el luteranismo no se ha detenido tanto en discutir sobre la perspectiva legal y filosófica de la cuestión, sino que se ha preocupado principalmente de que los pastores asuman un postura [válgase la redundancia] pastoral. Una postura de acompañamiento a las personas que se ven enfrentadas al aborto, considerando el contexto real en que se desenvuelven. Esto me representa completamente.
En un sentido pastoral, hemos de reconocer (nos guste o no) que la decisión de abortar (o no abortar), será siempre de la madre y que hemos de respetarlas. No podemos imponernos. Por otra parte, estamos llamados siempre a luchar por la vida y en la Biblia tenemos hermosos pasajes (Jer.1:5, Is.49:1,5, Sal.139:13,15,16) en que se destaca cómo Dios nos tiene presente aún antes de nacer. Aunque el tema del inicio de la vida desde el vientre materno no es –al menos en primer lugar- el interés de estos pasajes. En este sentido no es posible centrar el mensaje del texto como haciendo referencia a la discusión sobre el inicio de la vida humana. Lo que se muestra es que el amor de Dios abarca a todos los seres vivientes, incluyendo aquellos y aquellas que están en proceso de formarse en personas.
Mas allá del contenido de los documentos compartidos, y sin profundizar mucho en aspectos teológicos ni bioéticos, me quiero referir a la situación en Chile, la cual me desconcierta por completo. Me referiré a dos aspectos, expresando mi opinión personal:
- La propuesta protestante de un Estado Laico, enfocada siempre en promover la igualdad y la libertad de consciencia, de culto y de expresión, muy contraria a la propuesta de un Estado Religioso y a la de un Estado Laicista.
- La solución al problema real en que la Iglesia debería trabajar, coherente a la misión integral que Dios le ha dejado.
Por otro lado está el movimiento laicista anti-religoso, cuyos adherentes suelen ignorar que la separación de Iglesia y Estado se debe justamente a la fuerte convicción religiosa de los evangélicos-protestantes, que llegaron a Chile gracias a la independencia nacional. Al igual que un Estado Religioso, un Estado Laicista no admite expresiones disidentes a la ideología oficial del Estado. El laicismo busca limitar la religión y la espiritualidad a los ámbitos privados y no acepta que los cristianos argumentemos cuestiones morales o políticas a partir de nuestra fe, ni tener establecimientos confesionales de educación o de salud.
Con todo, el aborto tiene consecuencias negativas, inmediatamente contra el no-nacido y también para la madre. Sin embargo, el aborto es más un síntoma que un problema en sí mismo. El problema real tiene que ver con:
- La carga económica que implica tener hijos, principalmente en lo que refiere a vivienda, salud y educación, que no son consideradas derechos, sino bienes de consumo a merecer a través de la riqueza;
- La inestabilidad y disfuncionalidad familiar, que se debe en gran parte a las bajas remuneraciones y oportunidades laborales, que obligan a que ambos padres (o los responsables de la casa) se expongan a largas jornadas que no permiten una vida familiar sana;
- La violencia sexista que impregna nuestra cultura, de la cual nacen las violaciones, la dependencia económica de muchas mujeres y la criminalización de las mismas;
- El alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia, que catalizan la violencia sexista y la disfuncionalidad familiar;
- La negligencia estatal en cuanto a su responsabilidad con los menores, cosa que se ve claramente en establecimientos del Sename, que más bien parecen cárceles en que los menores son violentados y expuestos fuertemente a la delincuencia;
- La marginalización sistémica de las familias con integrantes de capacidades diferentes, o con alguna disfuncionalidad corporal o mental;
- La poca educación sexual de la población y la poca prevención de la violencia sexual;
- Nula asistencia a mujeres y familias que se ven expuestas a la necesidad de abortar;
- Suma y sigue…
En este artículo he decidido usar el tradicional uso masculino de forma inclusiva, tanto para hombres como para mujeres, pues es un tema complejo y deseo evitar confusiones. La cuestión del lenguaje inclusivo, aunque lo considere justo, es una tema sobre el cual todavía no hay consenso y todavía resulta engorroso.
[1] Una posible lista rápida y escueta de noticieros cristianos podría ser: